¿Por qué esa forma de
manifestación de violencia en la escuela que comúnmente se conoce como bullying es una manifestación de violencia
que responde a las estructuras del neoliberalismo?
Dentro de las diversas manifestaciones de violencia
que se vivencian en las aulas día a día, el acoso escolar entre pares es, sin
duda, el más mediático, el que más se visibiliza desde los medios de
comunicación masivos. De hecho, la palabra que el psicólogo noruego Dan Olweus (1) utilizó para definir esta forma de
manifestación del acoso entre pares, bullying,
aparece equívocamente por todos lados, incluso para hablar de asuntos políticos.
Es particularmente extraño que en un país
atravesado por la violencia más cruda
que denota la inseguridad y la pobreza, la forma de violencia en la escuela de
la que más se habla sea aquella que trabaja en los pliegues, en los horizontes
vacíos de percepción hasta que logra el automatismo que la hace síntoma. Es
raro que se hable tanto de una manifestación de violencia tan solapada cuando
hay manifestaciones concretas de violencia que sí parecen ser refractarias de
aquello que sucede en la serie social y de las que ningún medio dice nada,
absolutamente nada, salvo raras excepciones.
¿Qué se busca al hablar de bullying?
¿Qué se quiere decir que nadie dice? ¿Cuál es la verdadera denuncia que se
muestra pero de la que no se habla?
Quizás estas preguntas no tengan respuestas
concretas. Sin embargo, hay que reconocer que hay algo detrás de lo que se dice
acerca del bullying que se oculta tras ese decir y eso es, justamente, lo que
lo vuelve novedoso y por lo tanto suceso noticioso. Podríamos
tentarnos a afirmar que eso que se oculta en el discurso es la representación
simbólica de un tipo de violencia que instala el paradigma cibernético
consumista que instancia una forma de competencia desleal que tiende siempre a
destruir al otro al punto de volverlo dependiente. Por ejemplo, los
medios de comunicación no hablan de esta
manifestación de violencia hasta entrado el neoliberalismo en la década
de los 90 en América Latina.
Acoso siempre hubo, pero
el “bullying” que es siempre ciberbullying es
una manifestación propia de violencia neoliberal, de la estructura que propone
la educación en tiempos de neoliberalismo, aquella estructura que Lewkowicz llamaba la
escuela galpón (2).
Se lee en los distintos textos sobre bullying que
existió siempre. Nosotros no podemos negarlo, pero tal
como lo comprendemos es nuevo, pues esta
manifestación de violencia irrumpe los límites de lo público y lo privado.
Niega los espacios de seguridad del niño. Le niega el estar en casa porque por
allí también se infiltra el otro con su cámara, con su celular, con su
facebook. Este límite entre lo público y lo privado diferencia la forma de
violencia con respecto a cualquier forma anterior de acoso entre pares. Antes de los 90, uno era “el
gordo” en la escuela, el hooker del equipo en el club y era José, Pepe, para
todos en casa. El mundo A y el mundo B no se cruzaban, o a lo sumo se cruzaban
poco. Había amparo y reparo. Había normas y valores. Había códigos de grupo y
heteronomía de espacios. Un amigo era un amigo. Al grupo no se lo vendía porque
si no eras un “buchón” y te las hacían pagar caro. Ahora
hay individuos en competencia permanente, no hay espacio privado, todo deviene
público. Y el otro está ahí, como objeto útil o como opositor. Así se
compite en la play, esa es la estructura de los juegos (3), así se proyecta el dumping en el mercado internacional, así se
asciende en el puesto de trabajo. Hay bullying-mobbing (4)- dumping (5). Esas
son las formas de violencia que impone el modelo neoliberal sin prescindir de
las otras que le preceden del liberalismo clásico. En consecuencia, está
claro que las reglas de juego que impuso el neoliberalismo para las prácticas
sociales instalan nuevas formas de manifestación de la violencia, y por ende de
la violencia en la escuela. ¿Hasta qué punto
el programa de inclusión en las escuelas no es el último gesto desesperado, la
última reacción frente al Leviatán neoliberal?
La escuela galpón excluye, genera acciones de
violencia del mismo tipo que genera el sistema económico excluyente. Por
ejemplo en un colegio de adultos de zona norte del gran Buenos Aires, sobre una
lista de inscriptos a un primer año de la escuela que daba cuenta de 35
estudiantes en marzo, en mayo sólo quedan en la práctica efectiva 6 y más o
menos el mismo promedio se repite en todos los cursos, es decir, sobre un total
aproximado de 150 alumnos inscriptos en primer año, menos de 100 asisten cuando
comienzan las clases y no más de 30 terminan ese primera año. Datos parecidos
se revelan en las escuelas secundarias básicas en la práctica cotidiana según
comentan los compañeros docentes. Pero eso no es todo, porque
el neoliberalismo se construye desde las prácticas de la exclusión y la libre
competencia que habilita el dumping en el mercado y por extensión en los
individuos, es peor aún si uno compara las posibilidades de acceso a la cultura
que se presentan a los jóvenes entre aquellos que asisten a colegios con
bachilleratos internacionales bilingües, aquellos que asisten a colegios
parroquiales y esa gran mayoría que concurre a las escuelas públicas del
conurbano bonaerense (preferimos hablar de zona norte porque es nuestro
lugar de práctica docente, pero creemos que la misma realidad se vivencia en el
resto de la provincia y en gran parte del país). Aclaremos:
no estamos criticando la educación del estado, ni la necesidad de que la
escuela sea inclusiva, sino lo que el sistema neoliberal hizo con el modelo
educativo estatal que nos educó a nosotros y nos dio la posibilidad de acceso a
la cultura, seguramente con su limitado modelo enciclopedista y con sus
problemas. Pero más allá de los
inconvenientes y modelos, la escuela era niveladora e incluyente, con sus
normas, con sus amonestaciones, generaba una estructura de valores y de
compromisos. Hoy por hoy es excluyente porque
amplía la brecha social entre clases. De esa destrucción, de esa
violencia que se genera hacia la escuela desde el paradigma neoliberal, no se
habla, los monopolios que dominan el discurso hegemónico no vienen a decir nada
de eso, de la misma manera que no dicen nada cuando hablan de bullying y de la
relación que esa manifestación de violencia guarda con las normas de convivencia
que se practican desde las mismas instituciones que rigen la educación, ni de
los verdaderos responsables de los actos de acoso automatizados; tan sólo se
habla de lo que vende y vende bien: Un
chico (Víctima) fue agredido por otro chico (Victimario) frente a sus
compañeros (testigos silenciosos) y mejor publicidad, si aquello que se
anoticia atenta contra los colegios del estado para acentuar su desfondamiento,
su destrucción.
Prof. Ezequiel Jáuregui – Prof. Ulises Aguilar – Prof. Mario Accorsi
NOTAS
(1) Para conocer más sobre Dan Olweus ver Organización Violence Prevention Works
(2) En una conferencia en el Hospital Posadas el
18 de septiembre de 2002 (incluida en el libro Pedagogía del Aburrido editado
por Paidos Educador en el 2011), Ignacio
Lewkowicz dice: “Hace algún tiempo, a
partir de varias experiencias, construimos una metáfora para nombrar
situaciones en que la subjetividad supuesta para habitarlas no está forjada: la
metáfora del galpón. Un galpón es un recinto a cuya materialidad no le
suponemos dignidad simbólica. La metáfora del galpón nos permite nombrar una
aglomeración de materia humana sin una tarea compartida, sin una significación
colectiva, sin una subjetividad capaz común. Un galpón es lo que queda de la
institución cuando no hay sentido institucional: los ladrillos y un reglamento
que está ahí, pero no se sabe si ordena algo en el interior de esa
materialidad. En definitiva, materia humana con algunas rutinas y el resto a
ser inventado por los agentes. Así como en tiempos del Estado-nación pasábamos de
institución en institución, hoy, en ausencia de marco institucional previo, se
permanece en el galpón hasta que no se configura activamente una situación.
Pero eso ya no depende de las instituciones sino de los agentes”. Destitucion de la Infancia
(3) Ver "El juego de asesinar y violar".
(4) El profesor de alemán, Heinz Leymann - Doctor en Psicología del Trabajo y profesor de la
Universidad de Estocolmo -, fue el primero en definir este término durante un
Congreso sobre Higiene y Seguridad en el Trabajo en el año 1990:
"Situación en la que
una persona ejerce una violencia psicológica extrema, de forma sistemática y
recurrente y durante un tiempo prolongado sobre otra persona o personas en el
lugar de trabajo con la finalidad de destruir las redes de comunicación de la
víctima o víctimas, destruir su reputación, perturbar el ejercicio de sus
labores y lograr que finalmente esa persona o personas acaben abandonando el
lugar de trabajo".
(5) Según el Acuerdo
General sobre Comercio y Aranceles: "Existe
dumping cuando las ventas se realizan a precios inferiores a los fijados por la
misma empresa en el propio mercado, cuando esos precios son distintos a los de
los diversos mercados de exportación o cuando son inferiores al precio de
fábrica". E-conomic.
Felicitaciones por este espacio. Nos hace reflexionar y permite arribar juntos a nuevas estrategias.
ResponderEliminarSaludos.
Zamira Montaldi
Zalmira: Muchas gracias por tu comentario! Saludos y nos mantenemos en contacto.
ResponderEliminarGracias es un tema interesante y muy polémico para el mundo entero,por que no importa el nivel económico y social para no estar envuelto en estas situaciones y para mi es muy útil mas información para poder apoyar a mis hijos.
ResponderEliminar